La Pared del Asesino #3erCapítulo


3
 "Madre salí a luchar por Venezuela, si no regreso me fui con ella"

 

Dedicado a Bassil, Robert, Génesis, Danny, Julio, Alexis, Wilmer, Elvis, José Ernesto, Jimmy, Delia, José Alejandro, Arturo, Juan Carlos, Geraldine y a muchos otros de los jóvenes caídos y reprimidos en Venezuela.

Acotación del autor:


Los nombres de los personajes reales fueron cambiados en el relato, al igual que algunos de los acontecimientos. Solo se tomó como referencia algunas de las represiones que vivieron jóvenes caraqueños a partir del 12 de febrero del año 2014 en los tiempos de “guarimbas”. Lo mostrado a continuación tiene sucesos reales, así como imaginarios. Los diálogos de los personajes no son textuales ni parafraseados, se escribieron para la reconstrucción literaria de lo sucedido.

Nada de los hechos de violencia ejercida por efectivos policiales que se muestran a continuación, fueron inventados. Se pueden encontrar reseñados en páginas de noticias nacionales e internacionales, así como en medios impresos del país, a pesar que muchos intentan decir que lo contado es una campaña falsa. 

El siguiente capítulo es en memoria a los caidos...

Viernes 7 de febrero

*** Interrumpimos esta nota sobre la inminente escasez existente en el país, debido a que el dirigente opositor ofrece declaraciones desde la sede principal del partido, escuchemos.

​Junior estaba revisando su twitter cuando el anuncio del noticiero lo sorprendió e hizo que tomara el control y subiera volumen al televisor.

*** Estamos aquí, hoy, haciendo un llamado al pueblo para que todos salgamos a las calles a defender nuestro país, a luchar por lo que nos ha robado vilmente el gobierno nacional, gobierno que a través de potes de humo intenta camuflar la arrasadora escasez, la excesiva inseguridad y todas las violaciones a la Constitución de la República. Hago un llamado a todos los jóvenes estudiantes para que este 12 de febrero salgamos a la calle de forma pacífica a decirle al gobierno que no queremos un país donde se censuren los medios de comunicación, que no queremos un país dominado por los malandros y asesinos. Salgamos a la calle a hacer valer nuestro país.


​Junior terminó de oír las declaraciones de uno de los líderes opositores ante el gobierno nacional, y, antes de poder informar sobre el llamado por la red social twitter, uno de sus hermanos entró en la habitación.

​– Junior acaban de matar a Radio Bemba – dijo el hermano con los ojos abiertos como si no terminara de creer lo sucedido.

​– ¿Cómo es la cosa? – Junior transformó su rostro de esperanzado a enfadado – pero si yo la vi temprano.

​– Hermano, ahorita cuando sonó el tiro. Se lo dieron a ella.

​– ¡Hasta cuando! Esta bendita matadera todos los días. Será que es muy difícil para el gobierno mandar policías para este barrio. Hasta cuando esta vaina vale.

​– ¿Qué es? Que gobierno ni que nada – el hermano cruzó los brazos – ¿yo te estoy hablando de gobierno acaso?

​– No me estás hablando de gobierno, lo sé, pero si ellos tomaran medidas créeme que esa pobre señora no estaría muerta en estos momentos. Al menos no a manos del hampa.

​– Pero bueno anda pues – lo señaló con las manos – pon la denuncia para que veas cómo te van a parar burda.

​– De eso se trata, de la injusticia que existe en este país. Por eso el miércoles me voy para la marcha, no me la calo más.

​– ¿Cuál marcha? – preguntó el hermano.

​– Ahorita convocaron a los estudiantes a una marcha para el 12.

​– ¿Y tú vas a ir?, a mi mamá no le gusta que uno se meta en esas cosas.

​– Claro que voy a ir. Aquí en mi casa no hago nada. En la calle sí.

Sábado 8 de febrero

​La madre de Junior, Lucía, estaba haciendo desayuno mientras escuchaba por la radio una cadena donde el presidente anunciaba una convocatoria a todos los seguidores del gobierno a una marcha el miércoles 12 de febrero para conmemorar los 200 años de la Batalla de la Victoria.

​– ¡Ay Dios mío! Pero ese mismo día marchará la oposición. Que ganas de buscar líos vale. Ese hombre en vez de quedarse quieto y dejar marchar a los otros en paz.

​Escuchó que Junior se acercaba y apagó la radio rápidamente.

​– Mamá no tienes que ocultarme lo de la marcha de ese loco, ya me enteré – le dijo mientras se acercaba a la nevera y agarraba un vaso de agua – y no creas que desistiré de ir a la de la oposición.

​– Hijo pero qué vas a hacer tú por ahí en la calle. Tú no ves que eso es provocación. Esa gente junta en la calle lo que va a traer son problemas. Hasta muertos pueden haber ese día.

​– Mamá pero por Dios, no hay que ser tan exagerada. Además, si yo veo que la cosa se pone rara, yo me devuelvo pal’ barrio y listo. – Junior se acercó a su mamá y le dio un fuerte abrazo

​– Hijo no vayas para ninguna marcha – le suplicó Lucia a su hijo.

​– Tranquila mamá – Junior besó la frente de ella – más bien alístate porque tenemos que irnos temprano, mira que hoy toca operación pollo y papel.

​Lucía puso los ojos en blanco y dejó a Junior encargado del desayuno. Subió a cambiarse de ropa. Mientras ella estaba arriba en su habitación, alguien llamó a la puerta y Junior fue a ver quién era.

​– Épale escuálido, ¿cómo te preparas para esa marcha del miércoles? – Era un vecino de la familia, uno de muchos quienes apoyaban al gobierno.

​– Bien vale, pero mejor me preparo ahorita que tengo que ir a ver dónde logro conseguir comida porque tú sabes que no se consigue, verdad.

​– Que va. Ustedes y sus cuentos. No van a volver, eso entiéndelo, ni porque salgan a pegar cuatro gritos y dañen las ollas, los escuálidos no volverán – vociferó el vecino.

​– ¡Ay no vale! Sigue viviendo en el país de las maravillas. Allá tú. ¿Pero pa’ que viniste?

​– Vine a ver si tu hermano estaba para que me pague un dinero que le presté la semana pasada.

​– Él no está ahorita, si quieres yo le digo que vaya para tú casa más tarde.

​– Esta bien, gracias – el vecino se encaminó pero antes de dar un paso se volteó – por cierto, NO VOLVERÁN.

​Junior no aguantó la burla y le cerró la puerta en la cara. Se oyeron las carcajadas del vecino detrás de la puerta. En ese momento bajó Lucía.

​– ¿Y a ti qué te pasó que tienes esa cara muchacho? – dijo la madre mientras se agarraba un moño en el cabello.

​– Nada, que el fastidioso del vecino vino a buscar a mi hermano y comenzó con el fastidio de que si escuálido y puras tonterías.

​– Ay hijo pero no te des mala vida. Allá él. Toma – Lucía le pasó un bolsito vacío de mercado – llévamelo por si conseguimos aceite y harina que tampoco se consigue.

Junior y Lucía estaban en un supermercado cercano al barrio Los Sueños donde, al parecer, había pollo y harina pero cuando llegaron se encontraron con la sorpresa de que tenían que dejarse poner un número en el brazo para así contabilizar a quienes compraban y quiénes no, además de hacer una cola extremadamente larga.

– ¿Y esto qué significa? ¿Acaso somos animales? – le dijo Junior al hombre que estaba poniendo las marcas en el antebrazo.

– ¡Junior cállate! – Lucía le peló los ojos a su hijo.

– ¿Pero por qué me voy a callar? ¿No ves cómo nos están marcando como que si fuéramos vacas?

– Esas son las medidas, si no te gustan puedes irte de la cola – expresó el hombre de las marcas.

– Claro, porque debe ser que a ti te gusta que a tu mamá y a tu mujer las marquen para comprar comida. ¿Eso es lo que quieres tú…

– No se preocupe señor. Disculpe – Lucía le tapó la boca a Junior con las manos e impidió que este siguiera con sus argumentos.

– ¿Pero bueno tú te volviste loco? Tú no entiendes que por tus arranques radicales podemos perder la oportunidad de comprar pollo. Al menos sabemos que vamos a comprar – Lucía reprendió a Junior.

– ¿Loco? ¿Tú me estas llamando loco nada más por reclamar algo que me parece absurdo? – Junior levantaba la voz para que toda la cola lo escuchara - ¿Pero bueno mamá qué te pasa? ¿Acaso no ves que esto es un régimen dictatorial? ¿Quieres esto para ti y tú familia? Además, yo puedo decir misa y él no puede sacarme de la cola porque para eso, creo yo, hay libertad de expresión.

– Hijo no se trata de si quiero o no quiero esto, se trata de que es así y no podemos hacer nada.

– ¡Claro que podemos! Sí podemos mamá. Precisamente de eso se trata, de no calarnos más estas represiones y estas humillaciones.

– Sí ya pues. Tienes razón, pero cálmate. – Lucía estaba angustiada y miraba para todas partes.

Junior decidió quedarse callado pero su cara reflejaba mucha molestia. Decidió ponerse los audífonos para escuchar música mientras hacían la cola que parecía eterna. Así pasaron dos horas y cuando faltaba poco para llegar, el hombre de las marcas salió a dar una información que terminó de molestar mucho más a Junior.

– Señores el pollo y la harina se acabaron. Los que estén interesados en otro producto se pueden quedar y pasar de cinco en cinco y los que no, pueden retirarse.

– Pero bueno vale, esto es una falta de respeto. Dos horas haciendo esta cola, permitiendo que nos marquen como animales, para que luego vengan y digan que se acabó el pollo.

Para sorpresa de Junior, fue un hombre que estaba a 10 personas delante de él quien expresó su rechazo. Luego una mujer mayor de 40 años también se unió.

– Es verdad. Cómo es posible que ni siquiera tengan prioridad con la tercera edad. Una calándose estas colas infernales para que luego nos digan esto. Qué clase de burla nos cree el gobierno.

– Señora cállese la boca y váyase a comprar pa’ los Estados Unidos que allá si la tratan como es, escuálida.

Junior se quedó sorprendido por semejante expresión de uno de los muchachos de la cola.

– ¡Que locura es esta vale! Cómo que se vaya a comprar para los Estados Unidos…

– Hijo, nos vamos – Lucía agarró a Junior por un brazo y se fueron del lugar. Algunos los imitaron y otros se quedaron en la cola bajo un sol abrasador.

Lograron comprar cuatro harina y cuatro azúcar en uno de los cinco supermercados que visitaron. Compraron cuatro de cada producto porque vendían solo dos por personas y aprovecharon para cada uno pagar por separados.

– Es increíble que sigamos en estas – Junior iba por todo el camino regreso al barrio, despotricando en contra del gobierno.

– Qué vamos a hacer hijo. Mientras la gente no termine de abrir los ojos, esto seguirá en las mismas.

Llegaron a la parada de las camionetas. Tomaron una y antes de poder siquiera sentarse, se montó detrás de ellos un hombre muy mal vestido a pedir dinero de la peor forma existente.

– Bueno mi gente yo no necesito buenos días ni nada de eso, yo lo que necesito es rial, así que ustedes verán, o me dan o se los quito.

Lucía agarró a Junior fuerte por un brazo y lo sentó junto a ella en el primer par de puestos vacios que pudo visualizar. El hombre pasó por un lado de ellos.

– Que están esperando pues, que me ponga agresivo. Saquen la plata que yo sé que tienen vale.

Lucia comenzó a rebuscar en el monedero para darle aunque sea dos bolívares pero Junior le hizo señas para que no sacara nada.

Varias personas comenzaron a darle billetes al ladrón y al parecer este ya estaba más calmado que cuando se subió.

– Así me gusta, que se relajen y cooperen.

Agarró un último billete de una señora y se bajó de la camioneta sin mirar a Lucía y a Junior. Ésta soltó un respiro de alivio.

– Pero bueno chofer, cierra esa puerta. No ves que se puede montar otro. Ni que uno fuera millonario – exclamó uno de los pasajeros muy molesto.

– Discúlpenme señores, pero yo no puedo cerrar la puerta. Ustedes pasan en diferentes camionetas todos los días, yo no. Si yo cierro la puerta después esa gente la va a agarrar conmigo. – Esas fueron las palabras del conductor de la unidad pública. Lucía nada más miró a Junior abriendo los ojos más de lo normal para indicarle que ni se le ocurriera decir una sola palabra.

Cuando llegaron a la casa, Junior dejó las dos bolsitas que pudieron comprar después de todo un día en la calle. Las soltó sobre el mesón de la cocina y se dirigió a su habitación para revisar el Twitter.

Prendió el televisor para ver qué información importante estarían pasando y mientras cambiaba los canales, se detuvo en uno donde el ministro de Alimentación estaba inspeccionando un mercado público y aseguraba que estaban todos los alimentos que “el pueblo necesita”. Para su sorpresa, era el mismo mercado donde el pollo se había acabado.

*** Nos encontramos aquí demostrando que sí hay alimentos para el pueblo. Hay pollo, leche, harina, azúcar, aceite, todos esos alimentos, papel higiénico, todo lo que la derecha dice que escasea en el país. Estamos demostrando que lo que quieren es tumbar el gobierno del presidente, pero no podrán lograrlo porque viven inmersos en una mentira.

Junior cambió de canal y de la rabia tuiteó algo y mencionó al ministro

Ministro @minalimentación acabo de venir de ese mercado y no hay nada de lo que dice. No engañe más al pueblo.

​Le dio a enviar y automáticamente todos sus seguidores comenzaron a darle RT. Aprovechó la oportunidad y también tuiteó para que todos participaran en la marcha del 12 de febrero.

Compañeros, este #12F salgamos a la calle a decirle al gobierno que Venezuela se respeta. No más escasez, inseguridad ni censura.

​Al igual que el anterior, todos dieron RT y comenzó a posicionarse la etiqueta #12FJuventudPaLaCalle

Domingo 9 de febrero

​Junior se levantó no por culpa del despertador por unos disparos que sonaron cerca de su casa. Miró el reloj y eran apenas las 8:00 AM. Decidió levantarse y antes de meterse a lavar sus dientes. Su madre entró a la habitación con una mala noticia.

​– Mataron a Diego en La Pared del Asesino.

​Diego era el mejor amigo de Junior. Desde el colegio siempre compartían amistad. La noticia le cayó como un balde de agua fría en plena mañana. Sin lavarse los dientes, se colocó unos zapatos y salió para la calle.

​No pudo llegar hasta el sitio donde su amigo había caído porque solamente escuchar los gritos de la mamá de su amigo, le provocaba mucho nervio y sabía que no iba aguantar de pie si veía a su “hermano” tirado y lleno de sangre. Lucía lo agarró por los brazos y se lo llevó de regreso para la casa.

​Ya en la cocina del hogar, la madre le preparó un vaso con agua y azúcar para que Junior se calmara. Éste estaba llorando en silencio y le temblaban las manos.

​Su madre prendió el televisor de la sala para tratar de hacer que su hijo de distrajera un poco, pero fue peor.

*** Y a esta hora nos trasladamos hasta el barrio Los Sueños donde el ministro de Interior, Justicia y Paz conversa con los habitantes de la zona para verificar los avances del Plan Barrio en Paz.


*** Estamos aquí en uno de los barrios más felices del país, donde la violencia ha disminuido gracias a los planes del presidente. En este barrio, nada más por brindar unas cifras, el índice de homicidios ha reducido a 7%. Un logro muy importante para la nación…

​Junior con los ojos llenos de lágrimas apagó el televisor y se fue para su cuarto. Nuevamente abrió el Twitter y descargó su malestar a través de esa red social porque sabía que ningún otro medio de comunicación reseñaría la realidad que estaban atravesando todos los ciudadanos.

Lunes 10 de febrero

​Junior estaba sentado en las escaleras, al frente de su casa, con la vista fijada en La pared del asesino justo donde su amigo había caído muerto el día anterior. Por su mente pasaron varias imágenes que demostraban el por qué le había dolido mucho perder a su amigo. Se iba a levantar para entrar a su casa cuando un vecino se sentó a su lado.

​– Y entonces, escualiducho, ¿vas a ir pa’ la marcha el miércoles?

​– Pedro, te he dicho mil veces que no soy escuálido sino opositor, y sí, sí voy a marchar.

​– Tú como que estas buscando que te maten. Loco, mejor quédate en tu casa, uno nunca sabe lo que pueda pasar.

​– He ido a muchas marchas y mírame – Junior se levantó y se señaló – sigo enterito. Yo sí voy a marchar por mi país.

​– Allá tú. – Pedro también se levantó – Los pendejos en la calle, mientras los alborotadores tranquilitos viviendo la vida feliz.

​Antes que Junior pudiera decir algo, ya el vecino se había dado media vuelta. Iba a gritarle algo, pero decidió que lo mejor era entrar a su casa. Ya estaba por anochecer.

​Lucía estaba sentada viendo la televisión cuando Junior atravesó la sala directo a la cocina. Ésta lo siguió.

​– Escuché como le decías a Pedro que irías para la marcha… Hijo ya habíamos hablado sobre eso y sabes que no estoy de acuerdo. No deberías ir para ningún lado. – Lucía se paró frente a su hijo implorando con la mirada.

​– Precisamente por eso, mamá – Junior no la miraba a los ojos – ya habíamos conversando y dejé muy claro mi posición. Voy a salir a la calle porque estoy cansado de ver cómo te humillan para comprar, estoy cansado de que nos engañen con “el mejor sueldo de América del Sur”, estoy harto de ver cómo censuran medios de comunicación solo por capricho, y puedo seguir diciendo muchas cosas más.

​– Lo sé hijo, lo sé, pero me da miedo saber que estarás en la calle expuesto a cualquier cosa – Lucía tomó la cara de su hijo con ternura.

​– Entonces ven conmigo – le dijo Junior – ven conmigo y así luchamos juntos mamá. Esto será una protesta pacífica, un derecho de todos.

​– Hijo por favor, deja ya la cosa – Lucía seguía hablando con ternura – deja que los demás salgan y luchen…

​– Ese es el problema – Junior se apartó de su madre – que siempre hay que esperar que otros luchen por otros. No mamá, la lucha es de todos, no de uno solo.

​– Por favor – fueron las dos últimas palabras que Lucía le dijo a su hijo antes que este abandonara la cocina y la dejara hablando sola.

Martes 11 de febrero

​Eran las 9:00PM y Junior estaba en su cuarto sobre la cama. Tenía una hoja blanca y un lápiz en donde al parecer pretendía escribir algo para su madre, pero quería elegir las palabras adecuadas. Pasó varios minutos pensando qué colocar. Dejó la hoja y el lápiz sobre la cama y se dirigió a la computadora.

​Revisaba el Twitter para ver que se decía de la manifestación que se daría el siguiente día y le sorprendió ver una publicación del presidente de la república.

@Presidencia pueblo, el llamado es a marchar para conmemorar el día de la juventud. Salgamos y tomemos las calles como hace 200 años.


​Junior decidió apagar la computadora y por su mente rebotaron las palabras que su madre le había dicho el día anterior. De la misma forma, le pasó por la mente que era lo que iba a escribirle a su madre en aquel papel.

Miércoles 12 de febrero

​La convocatoria estaba pautada para las 10:00AM en la Av. Juventud, pero Junior decidió salir muy temprano de su casa para impedir que su madre lo retuviera. Antes de salir, dejó el papel en un lugar estratégico para que su madre lo pudiera leer.

​Iba vestido con ropa alusiva al partido de oposición. Junior siempre se caracterizaba por no tener miedo a lo que le pudieran decir en la calle. Mientras bajaba el barrio, varías personas le gritaban consignas pero él se mostró muy tranquilo y siguió su camino.

​Cuando llegó a la avenida en donde estaban pautados, las ganas de luchar aumentaron mucho más cuando vio aquella multitud que ya estaba congregada a pesar de ser muy temprano. Tardó varios minutos en hacer algunos amigos.

​Todos iban con la acostumbrada gorra tricolor, franelas blancas y pancartas con diversos mensajes donde dejaban muy claro su posición ante los problemas sociales que se presentaban en el país.

​Al pasar las horas fueron llegando más y más personas. La avenida estaba a rebosar. Faltaban 10 minutos para la hora en la que arrancaría la marcha cuando uno de los jóvenes se dirigió al grupo entero.

​ – Todos estamos aquí por una misma causa – dijo el joven que a simple vista parecía tener la misma edad de Junior – no podemos permitir más lo que sucede en nuestro país y quedarnos de brazos cruzados como si nada. Tenemos todo el derecho de marchar hasta el Ministerio Público y hacer valer nuestro derecho como ciudadanos.

​La multitud comenzó a gritar varias consignas y el joven, que parecía el líder de la marcha estudiantil, les hizo seña para que avanzaran. Junior siguió a la gente con mucha euforia. Todos caminaban enarbolando varias banderas tricolores y pancartas. Mientras avanzaban cantaban el himno nacional como muestra de paz y solidaridad con el país.

​– Tenemos que quedarnos al frente del Ministerio Público hasta que nos atienda alguien – le dijo un estudiante a Junior después de terminar el himno nacional – me llamo Ernesto.

​Junior le dio la mano al nuevo amigo y juntos siguieron gritando varias consignas. En el camino se les unieron varios amigos de Ernesto.

​Toda la marcha ya había llegado al Ministerio Público, entregaron un documento sin problema alguno y hasta pudieron escuchar al líder del partido opositor que también había acudido a la manifestación. A pesar de la multitud, Junior, Ernesto y el resto de los nuevos amigos, se abrieron paso hasta colocarse frente de la marcha. Para sorpresa de ellos, el llamado era a seguir todos los días en la calle marchando por un país libre.

​– La lucha no termina aquí. Váyanse para sus casas- fueron las últimas palabras que dijo el líder opositor a la multitud antes de retirarse.

​Sin embargo la manifestación no se disipó por el momento. Se quedaron concentrados un rato más.

Por otro lado, Lucía estaba lavando platos en la cocina pero tenía el televisor de la sala encendido a todo volumen para poder escuchar si decían algo de las marchas mientras hacía sus quehaceres. Un plato se le resbaló de las manos y se estrelló contra el suelo. Lucía estaba muy nerviosa.

Cuando terminó de secar el último plato se sobresaltó al escuchar la popular canción que colocaban al realizar una cadena nacional de radio y televisión. Se apresuró y se sentó frente al televisor.

Como era de esperar, el presidente se estaba dirigiendo al país desde el punto de concentración de la marcha en celebración por los 200 años de la batalla protagonizada por la juventud. Su respiración se calmó un poco al escuchar que ambas marchas se encontraban muy separadas.

En la cadena, el presidente solo emitió varios mensajes históricos e hizo mención de la otra marcha, catalogando a la oposición como un grupo fascista que quería derrocar al gobierno utilizando la violencia y que ellos estarían preparados para responder.

Al terminar el anuncio presidencial, una vecina de Lucía tocó la puerta.

– Vecina un amigo me está diciendo que hay mucha tensión en la calle, al parecer no van a dejar que los estudiantes de la oposición lleguen a donde ellos quieren llegar.

– ¿De dónde sacas eso? – Lucía dejó pasar a su vecina.

– Un amigo, vecina. Él viene de esa marcha y me dijo que vio varios motorizados armados y se vino para su casa. ¿Junior anda en esa marcha?

– Si vecina, no lo pude detener.

La multitud comenzó a avanzar gritando consignas. Junior estaba con el grupo que encabezaban la movilización y sus otros amigos. Cuando llegaron a una esquina, pudieron ver, a cierta distancia, un cordón de la policía trancando el paso.

Ernesto, el amigo de Junior, lo tomó por un brazo y se lo llevó hacía un lado.

– La policía no nos va a dejar pasar. Como siempre nos quieren prohibir nuestro derecho.

Junior iba a decirle algo cuando vio que varios motorizados llegaron y se pararon frente a ellos. Todos portando armas de fuego y tenían pasamontañas puestos. Uno de ellos apuntó con la pistola a los policías y comenzó a disparar, provocando el caos en toda la movilización.

Lucía cambiaba los canales de su televisora por cable tratando de buscar uno donde emitieran lo que sucedía en las calles. Tenía en una mano el control y en la otra un cigarro. Los nervios le daban ganas de fumar, aunque ese hábito lo había perdido hace varios años.

Hubo una oportunidad donde visualizó unas imágenes de una marcha y se quedó viendo. En el insert del canal se leía: MARCHA OPOSITORA EN VENEZUELA. Las imágenes que veía hicieron que su preocupación aumentara mucho más.

Los policías comenzaron a disparar hacía los manifestantes respondiendo a los disparos que varios motorizados les habían lanzado. Al parecer estos no distinguían quienes habían comenzado las detonaciones porque la ráfaga de tiros iba dirigida a los estudiantes.

Junior tomó a Ernesto por un brazo.

– ¡CORRE! – le dijo.

Ernesto salió corriendo tras él pero una bala, proveniente de uno de los policías que se había acercado, le dio en la cabeza por la parte de atrás. Junior se dio la vuelta y pudo ver como su recién amigo caía al suelo muerto en manos de la policía nacional.

Su instinto fue el de salir en ayuda. El policía al ver que había dado en el blanco, se retiró. Junior se agachó y verificó si Ernesto tenía pulso. Varios jóvenes se acercaron pero ya era demasiado tarde. Ernesto ya estaba muerto.

Entre todos lo levantaron del suelo y siguieron corriendo con él en los brazos. Mientras corrían podían escuchar detonaciones. Junior ya no sabía si eran los policías o los motorizados. Lo único que sabía era que los estaban matando.

Lucía siguió viendo las imágenes del canal extranjero, el único que transmitía lo que ocurría. Una fuerte represión era lo que observaba, veía claramente como la Guardia Nacional lanzaba gases lacrimógenos a los estudiantes y cómo disparaban perdigones a quema ropa. Soltó el control sobre uno de los muebles y comenzó a caminar de un lado a otro con las dos manos puestas en la cabeza. Volvió a mirar la TV y se dio cuenta que un ancla estaba narrando una información. Tomó el control y subió el volumen.

*** En estos momentos nuestro corresponsal en Venezuela nos reporta que hay un joven muerto que aun no lo han podido identificar, lo que se sabe es que los demás estudiantes lo llevan cargado. También nos reporta que en los canales de Venezuela no están transmitiendo lo que ocurre en estos momentos, sin embargo las redes sociales están siendo protagonistas de las informaciones.

Lucía maldijo su poco desenvolvimiento con la computadora. Por internet era el único lugar en donde vería lo que sucedía. Mientras caminaba de un lado para otro, se sorprendió porque dejó de escuchar el televisor. Se dio la vuelta para ver qué pasaba y para su sorpresa, la pantalla estaba negra y solo había un recuadro azul que decía: comuníquese con su operadora de cable. Canal temporalmente fuera del aire.

Junior seguía corriendo junto a los demás manifestantes aun cargando a Ernesto. Tenía el hombro manchado de sangre, la sangre de su recién amigo. Llegaron a dos avenidas más arriba donde estaba un hospital cercano y dejaron el cuerpo de Ernesto en mano de doctores. Aun se escuchaban disparos a pesar de la distancia en la que se encontraban de donde dejaron el alboroto.

Salieron del hospital y aun en las calles había mucho alboroto, la manifestación se había dispersado y con ella los efectivos de la policía y la guardia.

Junior aunque no lo demostraba, por dentro estaba muy desorientado. Acababa de ver como mataban a un compañero a centímetros de él. Lo cargó y su franela estaba manchada de sangre. Estaba desesperado internamente. Quiso aprovechar que estaba en una calle por donde podía irse al barrio, cuando varios motorizados encapuchados aparecieron haciendo que los manifestantes retrocedieran. Algunos se quitaron las franelas y se tapaban la cara para protegerse del gas lacrimógeno y tomaban piedras, palos, botellas y lo que encontraran para poder defenderse.

No le quedó de otra sino correr a la dirección contraria junto a la marcha para protegerse y no resultar herido. Veía también como montaban a golpes a varios de sus compañeros y se preocupaba por no saber qué harían con ellos.

Lucía se había sentado en la computadora de Junior y como pudo la encendió. Estaba intentando recordar cómo era que se conectaba a la red para poder ver cómo carrizo haría para buscar lo que estaba ocurriendo. También había encendido el televisor de su hijo para escuchar si decían algo. Mientras jurungaba el computador, escuchó por la noticia una información.

*** La marcha opositora anunciada por el líder del partido opositor se ha vuelto violenta. Estudiantes arremeten contra efectivos de la policía y la guardia.

Lucía pegó un brinco porque su otro hijo llegó por detrás de ella y tan nerviosa estaba que no lo escuchó llegar y por eso se había asustado.

– Qué pasó vieja, ¿por qué tan nerviosa? – preguntó el joven.

– Ay mijo, menos mal llegas, ayúdame a buscar aquí en esta computadora qué sucede en la marcha, ahorita escuché que se puso violenta y hasta ya hay un muerto.

– No me digas que Junior se fue para esa marcha. Eso que se lo dije, que vaina con mi hermano vale.

El hermano ingresó en su cuenta en Twitter y pudo ver varios tweets que iban relatando lo sucedido como realmente iban ocurriendo los hechos.

– Mamá aquí ponen que la cosa está fea. La policía está lanzando perdigones y bombas lacrimógenas a los estudiantes. Mira hasta ahí una foto donde se ve que están cargando a un muerto.

Lucía se acercó bien para ver la imagen. En ella se notaba claramente cómo cinco muchachos cargaban un muerto. Todos se veían con cara de preocupación y de indignación. Su hijo iba a quitar la foto cuando ella pegó un grito.

– Pero mira, uno de los que está cargando al joven es tu hermano – se puso la mano en la boca y automáticamente con la otra se hizo la señal de la santa cruz.

Ya habían pasado más de 5 horas, estaba por anochecer y Junior aun estaba en la calle con los demás estudiantes. Había visto caer a más jóvenes por culpa de la policía. Solo había visto cómo morían 2 personas, no quiso pensar a cuanto había crecido la cifra desde el último hasta la hora en la que se encontraba. Sin contar lo que ocurría en el resto del país.

– Muchachos, atención – era uno de los manifestantes que aun se encontraban en las calles – nos están matando, nos están reprimiendo de la forma más violenta posible. Nosotros estamos luchando por una Venezuela en donde esto no exista. No podemos seguir permitiendo esto. No nos dejemos callar, hagamos eco de lo que pasa en Venezuela. Utilicemos nuestras redes sociales para demostrarle al mundo cómo el gobierno intenta callar a millones de venezolanos.

Todo el grupo que se encontraba comenzó a gritar consignas de libertad y cese de represión. La adrenalina comenzó a subir por el cuerpo de Junior, pero al mismo tiempo bajó cuando recordó que en su casa estaría muy nerviosa su madre esperando que él regresara.

Se calló por un momento y pensó que la carta que le había dejado a su mamá explicaba el por qué y para qué había ido a luchar, una lucha que solamente la muerte podría detener.

Estaban planeando trancar las calles con basura, cauchos, lo que encontraran, cuando varios motorizados se acercaron y comenzaron a disparar, logrando dispersar el grupo. Junior quedó atrapado entre dos motorizados y no le dio chance de correr, lo único que hizo fue arrodillarse y cerrar los ojos para no ver como uno de ellos apuntaba una pistola directo hacia él.

***

Pasaron dos semanas y Lucía aun no tenía ni idea del paradero de su hijo. Por medio de un canal extranjero, que aun el gobierno no sacaba del aire de las cableras, pudo enterarse que había un número importante de estudiantes desaparecidos que aun no se sabía nada de ellos, que el líder opositor fue puesto tras las rejas acusado de muchos cargos, que para la gente, son simples inventos para apresarlo. Las protestas aumentaron y se convirtieron en guarimbas que servían para cerrar las calles y evitar el acceso. A raíz de eso, las muertes se incrementaron, tanto de efectivos policiales como de estudiantes.

Lo que más preocupaba a Lucía era que había una cifra alta de jóvenes muertos a mano de la violencia generada por colectivos armados y la guardia.

Día tras día, noche tras noche, prendía una velita para mantener viva la esperanza de que en cualquier momento Junior atravesaría la puerta y le dijera: ¡mamá estoy aquí!

Siempre terminaba llorando porque veía por internet, con la ayuda de su otro hijo, relatos de heridos, quienes pasaban por muchos momentos difíciles.

*** Me llevaban a unas celdas y me golpeaban. Se reían de mí y me decían que si llegaba a decir algo de lo que me hacían me buscarían a mí y a mi familia para matarnos. Nos echaban agua fría y luego nos pegaban corriente. Fueron momentos muy duros. Ahorita me estoy presentando semanalmente en los tribunales como cualquier criminal, y solo lo que estaba haciendo era alzar mi voz para ser escuchado, no para ser reprimido.
​Lucía no dormía bien, siempre se despertaba a causa de las pesadillas. Imaginaba a su hijo siendo torturado o metido en una cárcel sin poder saber nada de él. Sabía que hasta podía estar muerto, pero no quería pensar mucho en esa opción.

​Todas las noches antes de acostarse, leía la carta que Junior le había dejado bajo su almohada, la misma que ella leyó por primera vez, la noche del 12 de febrero, aquella que nunca se le borraría de la mente.

“Madre, me fui a luchar por Venezuela, si no regreso, me fui con ella”*

​Esa era la única línea que le quedaba de Junior, su hijo, un hijo el cual más nunca pudo ver ni decirle cuanto lo amaba.

*Frase del estudiante fallecido Bassil Da Costa, publicada por la red social facebook el 11 de febrero, día antes de su muerte en la manifestación del 12-F.

Comentarios

Entradas populares