#AdamuzYLaUniónDeTresRazas Capítulo 2: San Ignacio de Compostela





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San Ignacio de Compostela


Capítulo 2. San Ignacio de Compostela


            El día estaba esplendido, el cielo despejado y el sol iluminaba las calles, un día perfecto para disfrutarlo al máximo.
            Samantha ya estaba en el bus muy ansiosa de llegar rápido. Para su suerte, el camino estaba despejado, no había exceso de cola alguna. Por fin llegó a la calle San Diego. Era una calle larga y vacía: no había nadie, absolutamente nadie. Sólo a lo lejos se veía la figura de un hombre. A Samantha le pareció muy extraño. Al final de aquella calle, se podía divisar la estructura del colegio.
            Mientras buscaba en el bolsillo de su pantalón un par de monedas para pagar el bus, pudo ver cómo aquel hombre caminaba hacia el colegio, y en sus manos tenía algo que brillaba mucho, por un momento recordó aquella luz que salía del cajón en su sueño.
            El conductor le devolvió el cambio, se bajó y se encaminó por aquella calle. En realidad no era muy larga, pero lo misteriosa que se veía, la hacía percibir así, como si nunca se fuese a terminar.
            Sin darse cuenta ya estaba frente a la fachada del colegio, allí había clavada con mucha delicadeza, un letrero que rezaba:    

Colegio San Ignacio de Compostela
Institución con más de 50 años de fundada por el señor Facundo Magnolia, dirigida a todas aquellas personas que desean experimentar el maravilloso mundo del aprendizaje.


Por tercera vez volvió a consultar su reloj y vio que ya eran las 7:30am. Sabiendo que ya era imposible llegar temprano, se calmó un poco y siguió con pasos más tranquilos. Para sorpresa no era la única que iba tarde. Un chico de piel morena, alto y de cuerpo muy atlético, iba corriendo con una parte de la franela por fuera y la otra por dentro, con la mochila guindada por una sola asa y con un trozo de pan en la boca. Samantha un poco tímida se le acercó
- Disculpa… veo que también vas tarde.
            El chico todavía con el pan en la boca le contestó: - Ghi… ueno… algo.- Samantha un poco atónita comprendió que lo que quiso decirle fue que: ¡Sí!, bueno, algo.
            Antes que le preguntara su nombre el chico se presentó.
- Mucho gusto, me llamo Michael. – Soltó una sonrisa tímida y siguió.- Es primera vez que piso esta escuela y estoy un poco perdido, ¿será que tu puedes… ayudarme?
            Samantha hizo gesto de decepción cuando Michael le dijo que era nuevo, ella tenía las esperanzas de que fuera él quien la ayudara a encontrar su salón. Con voz tímida le dijo:- ¡Lo siento! Pero… estamos en las mismas condiciones, yo también soy nueva y… mucho gusto, me llamo Samantha.
- ¡OH! ¡Samantha!, bonito nombre.
- Gracias.- sonrojada por el halago de Michael decidió cambiar de tema.- Creo que deberíamos entrar, estamos atrasados y aún no sabemos  en qué salón quedamos. Ambos caminaron hacia las instalaciones del colegio conociéndose un poco más. Cuando llegaron a la puerta una mujer rellenita, con voz antipática y un poco odiosa, que llevaba consigo una blusa vinotinto, floreada y con unas gafas que resaltaban en sus ojos, les indicó que se detuvieran.
- Oye, ¡Hey! ustedes dos, ¡deténganse!, ¿a dónde creen que van?
- eee… a clases.- Respondió Michael con voz temblorosa y con una mano presionando el brazo de Samantha.
            Samantha de un disimulado tirón, jaló su brazo y sintiendo como la sangre dejaba de fluirle en el lugar del apretón, también intervino en la pregunta de la señora.   
- Sí, a clases, es que llega…
            Antes que pudiera terminar lo que iba a decir, fue interrumpida por la señora gorda y mal vestida de la puerta.
- Pues lo siento, pero está muy tarde como para que dos insolentes mocosos como ustedes, vengan e interrumpan la tranquilidad que siempre he intentado controlar aquí en el San Ignacio de Compostela.
- Disculpe señorita pero nosotros sólo queremos encontrar nuestra clase, ¿Nos podría ayudar? – Samantha como si intentaba controlar a una yegua salvaje, le pidió “por favor” tres veces.
            La señora gorda sacó de su bolsillo izquierdo un peine y con él se aliso el cabello que en vez de parecer eso, cabello, parecía un montón de pajas amarradas con un listón de color vinotinto. Con voz más calmada y pacifica se dirigió a Michael y Samantha.
- ¡BIENVENIDOS!, Soy la señora Magnolia, Esperanza de Magnolia, directora de esta prestigiosa institución fundada por mi esposo que en paz descanse, el señor Facundo Magnolia.- Con tono como si no comprendiera nada, les preguntó a los chicos cuál era el año que iban a cursar – ¿y ustedes que año vienen a cursar?
            Antes que Samantha respondiera, Michael se apresuró en contestar, dejándola con la boca abierta intentando decir de qué año era. 
- De 5º año, soy de 5º año… quiero saber cuál es mi sección y dónde puedo conseguir el horario, estoy ansioso por comenzar… quiero ver chicas lindas.
            Samantha al escuchar el año el cual iba a cursar Michael, se dirigió a él, en lugar de a la señora Magnolia.
- ¡NO!, ¡DE BROMA!, yo también curso 5º año, que casualidad.
            Los chicos entablaron una conversación de asombro, olvidando por completo que la señora Magnolia estaba allí. La señora Magnolia al ver esto, rompió la conversación aclarándose la garganta.
- Veo que ambos están contentos de cursar el mismo año,- los chicos comprendieron que aquello le molestaba mucho a la directora y cesaron la conversación- Voy a necesitar que ambos me den sus nombres y apellidos para ver en cuál de las secciones de 5º están inscritos. 
            En ese momento, sacó del escritorio que estaba cerca de ahí, una carpeta que contenía todas las secciones de cada año que había en el colegio.
            Buscó la lista de los tres 5º y procedió a escuchar a los chicos. Esta vez Samantha dejó a Michael con la boca abierta.
- Samantha Sophia Martínez. 
            La señora Magnolia recorrió toda la lista de 5º A, pero no la encontró. Buscó en la lista de 5º B y tampoco, procedió con la de 5º C y ahí estaba: Samantha S. Martínez.
- Sí, aquí estás .- Dejó la lista en la mesa, entrecruzó las manos y fijó la vista en ella.- Tu sección es la C… aquí está tu horario.- Abrió la gaveta del escritorio y sacó una carpeta de color naranja con azul, que tenía todos los horarios de todas las secciones del colegio San Ignacio de Compostela.
- Toma querida… aquí está. Deberías apurarte para ver si el Prof. Bernard te deja entrar a clases de química, ya tiene como 30 minutos de haber comenzado.
            Samantha vio su reloj por cuarta vez y notó que ya habían pasado 15 minutos desde que había llegado al colegio. Angustiada porque el Prof. Bernard no la fuese a dejar entrar a clases, cogió su horario y estuvo a punto de salir corriendo hacia las escaleras, pero se detuvo al oír la sección que la Señora Magnolia le dijo a Michael.
-Usted también está en la sección C… como le dije a su compañera, ¡Apresúrese! Están llegando tarde.
            Samantha y Michael se miraron con felicidad sabiendo que ambos iban a estudiar el último año, juntos.
            Salieron a toda prisa por las escaleras y cuando llegaron al primer piso se detuvieron.
- Samantha espera, veamos en qué aula nos toca química.- Con una expresión de agotamiento inexplicable, ya que solamente habían subido un piso, Michael sacó su horario del bolsillo y consultó en voz alta.- química…química… química… no dice aula.
            Samantha miró su horario para ver si era cierto lo que Michael decía, y vio escrito en la parte superior de la hoja, con una fina letra mecanografiada: C-5.
- Debe estar en el quinto piso, solamente nos asignaron un sólo salón para todas las clases. Supongo que C será la sección y 5 será el piso.- Habló como si ella entendiera o conociera la forma organizacional de las autoridades del colegio.
            Ambos intercambiaron miradas como de haber tomado la casi afirmación por verdadera. Se encaminaron al quinto piso.
            Mientras subían las escaleras pudieron observar que el Colegio San Ignacio de Compostela era muy grande, con una estructura antigua pero muy solida. Era muy parecida a una casa de la época colonial. Grandes y largos pasillos formaban aquella estructura. Iluminados con lámparas de alta categoría y con una limpieza excepcional que al parecer mostraba tranquilidad y disciplina en todo el colegio.
            El colegio San Ignacio de Compostela a pesar de ser muy exigente y el más disciplinado de todo Valle Grande, no exigía el uso de uniforme escolar, pero si exigía el uso de una insignia en forma de escudo con tres letras de color azul oscura bordada sobre un color naranja. Las letras eran: S.I.C (San Ignacio de Compostela).
            Por fin llegaron al quinto piso y de una vez pudieron visualizar el salón C, habían seguido la secuencia de los dos salones anteriores al de ellos. El A y el B.
            Por un momento, los dos vacilaron para ver quién se atrevía a tocar la puerta, pero antes de que lo hicieran, por la ventanilla vieron la sombra de un hombre que se dirigía hacia ellos para abrirles. Ésta se abrió y Samantha sintió como si su mamá fuese la que abrió la puerta después de haber llegado de una fiesta a la cual nunca había pedido permiso.

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