#AdamuzYLaUniónDeTresRazas Capítulo 6. Desaparición
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Desaparición
Chelsea estaba zamaqueándola fuertemente por
los hombros. Tenía un aspecto horripilante, parecía tener una noche horrible.
Su cabello estaba más desordenado de
lo habitual. Tenía el rostro ennegrecido y los ojos demacrados.
Samantha tuvo la impresión de que un
ladrón se había colado en su casa mientras ella dormía. Aparte también pensó
eso debido a que estaba sola, puesto que su madre había salido a trabajar horas
extras: estaba completamente segura que no era un trabajo cualquiera, sino un
encargo del Sr. Requena, algo muy importante para su compañero Roger. Sintió la
rabia que volvía a su cuerpo al recordar la nota que su mamá le había dejado
tratándola como una niña chiquita, pero no sólo por eso, sino que aparte de eso
le había mentido.
Tuvo que hacer un esfuerzo para
concentrarse en las palabras que Chelsea le decía.
-
Samantha… por fin despiertas, – su voz
era muy parecida a su rostro. Indiscutiblemente cada vez que hablaba era como
si había visto un muerto – necesito
hablar contigo. Es algo muy importante.
Chelsea se veía muy decidida a
contarle algo muy importante que al parecer no podía esperar hasta el amanecer.
Eran las 5:40am cuando Samantha tenía aquel agradable sueño en la pradera, el
cual fue interrumpido por Chelsea.
-
Samantha voy a confiar en ti, necesito ayuda. Es muy importante para mí lo que
te voy a decir, pero antes quiero que me prometas que no dirás ni una palabra
de esto a nadie. – Cada vez más su tono se transformaba. Pasaba de ser
horripilante a misterioso, y de misterioso a desagradable. – Creo que ya hay
mucha gente que sabe sobre mi mundo.
Aquellas dos últimas palabras
quedaron grabadas aturdiendo la mente de Samantha. “Mi mundo”. Cada vez
entendía menos. No sabía, ni tenía absoluta idea de qué era lo que según
parecía muy importante.
-
Tranquila yo no diré nada… te lo prometo, pero… por lo menos se tan amable de
decirme de qué se trata.
-
¡Cierto! Discúlpame por entrar a tu casa a esta hora y sin pedir permiso.
Discúlpame. Pero tienes razón, a eso vine, así que lo mejor es que te diga de
una vez.
Chelsea carraspeó y muy decidida
comenzó a relatarle su historia.
-
Se trata de… de… ¡ADAMUZ!
-
¿ADAMUZ?... hablas de aquella… aquella leyenda del Sr. Smith
-
¡Esa leyenda no es del Sr. Smith! – Chelsea se exaltó y su tono era muy furioso,
hasta irreconocible. Tomó un vaso de la mesa de noche de Samantha y lo estrelló
contra la pared.
-
OK, OK… LO SIENTO, YO SÓLO DECÍA…
-
No importa, no importa. Eso que el Sr. Smith contó en la clase, eso no es
cierto.
Todo hasta el momento era
incomprensible, nada tenía sentido. ¿Qué tenía que ver Chelsea con la leyenda
de la familia Adamuz? ¿Por qué era muy importante para Chelsea? ¿Acaso temía
que eso fuera cierto, que la familia Adamuz haya sido cierta? Preguntas como
estas eran las que invadían la mente de Samantha.
-
¿Pero qué tiene que ver tu mundo, como así lo llamas, con esa leyenda, Chelsea?
-
Es que, ¿acaso no has entendido?... ADAMUZ NO ES UNA LEYENDA. ¡ADAMUZ EXISTE!
Ahora si Samantha tenía motivo para
asustarse. Pensar que todo lo que había dicho el Sr. Smith era cierto, eso era
motivo para asustarse y más si Chelsea lo creía tan real.
-
Claro… que, eso que contó el Sr. Smith no es más que un cuento que la gente se
ha inventado para asustar a todos los turistas que vienen acá. Poco a poco eso
de la familia Adamuz, se ha regado por todo Valle Grande. – Chelsea ya estaba
más calmada y ahora su tono era como el de toda una ponente en medio de la
presentación de su tesis de grado. – Eso de la familia Adamuz tiene algo de
verdadero.
-
Pero Chelsea… ¿Qué tienes que ver tú con todo esto y por qué dices que sí tiene
algo de cierto?
-
Veras… Samy… es que yo…
-
Samantha… ¿Estás ahí?, ¿Con quién hablas?
Chelsea quedó en seco al oír la voz
de la mamá de Samantha que estaba detrás de la puerta.
Sin responder Samantha miró a
Chelsea y luego a la puerta. Se bajó de la cama, se dirigió a la puerta, y allí
estaba su madre, plantada tras la puerta con aspecto irreconocible. Un aspecto
muy similar al de Chelsea.
Se volteó para fijarse en Chelsea y
se llevó una gran sorpresa. Esta no estaba en su habitación: se había ido.
Elena notó el rostro de incomprensión
de Samantha y le preguntó si le pasaba algo, Samantha negó con la cabeza y le
dijo a su madre que quería seguir durmiendo.
-
Mamá… mamá… yo… yo… quiero dormir, estaba soñando y por eso debe ser que me
oíste, debí hablar dormida… quizás sólo fue eso, hablé dormida… ahora por favor
quiero dormir.
Elena dio la vuelta y se metió en su
habitación. Samantha se sentó en su cama muy nerviosa y completamente
desconcertada. Se sintió un pánico que se apoderó de toda la habitación: ¿Cómo
pudo Chelsea irse de la casa sin salir por la puerta?
Samantha pensó en la posibilidad de haber
salido por la ventana. Pero era imposible. La habitación se encontraba en el
segundo piso de la casa y si había salido por la ventana, por lo menos se hubiese
oído el golpe producido al caer en el pavimento de la entrada.
Por su mente pasaron millones de
ideas, pero cada vez, una era más absurda que otra. Decidió dormir la hora que
le faltaba porque tenía que ir a su segundo día de clases.
Al igual que el día anterior, ella
se había encontrado con su amigo Michael y juntos se dirigieron a su salón de
clases.
Se sentaron en la misma mesa y
esperaron al profesor de Idiomas Modernos.
En el salón ya había varios alumnos
y entre ellos estaban Taylor Mackenzie y Roger Requena, Ambos por su lado y
como siempre: solitarios sin emitir un comentario a alguien.
Samantha vio en Taylor una expresión
de preocupación, preocupación que combinada con la vista fija en su bolso. Cada
cinco minutos, Taylor, miraba su bolso, como si temiera que alguien intentaría robarle
algo que tuviera en él. En cambio Roger, como siempre, tenía su celular y
ansioso por esperar una llamada. Samantha dedujo que esperaría una llamada de
su padre.
Samantha al igual que Taylor y
Roger, miraba ansiosamente, no a su
bolso, ni a su celular, sino a la puerta esperando ver en ella a Chelsea y que
de una vez le explicara como había hecho para salir de su casa.
Eran la 7:15am cuando entró el
profesor de Idiomas Modernos. Sintió gran decepción cuando vio que no era
Chelsea.
-
¡Buenos Días! Soy el Prof. Enrique Monasterios… su Prof. De Idiomas Modernos.
El día de hoy estudiaremos…
A ella no le importaba mucho lo que
el Prof. Monasterios decía, lo único que le importaba era la llegada de Chelsea
al salón de clases.
Pasó toda la mañana escribiendo en
su cuaderno sin ni siquiera saber lo que escribía.
Tenía un brazo apoyado sobre la mesa
y con la otra escribía lo que el Prof. Monasterios decía. No dejaba de mirar
cada minuto a la puerta, con las esperanzas de ver a Chelsea traspasarla. Tuvo
una leve emoción al mirar, porque le pareció haber visto un rostro demacrado
bajo una mata de cabello oscuro por el recuadro de la puerta, pero cuando
volvió a ver, ya no estaba. Pensó que se trataba de sólo una alucinación.
El timbre sonó y antes que el Prof.
Monasterios diera la orden de salir, ya ella había salido.
Michael tuvo que correr para poderla
alcanzar. Juntos se encaminaron al comedor, donde pensaban desayunar.
Llegaron al comedor y cada uno se
sentó a disfrutar de su desayuno. Michael ya muy preocupado, debido al semblante de Samantha,
le dirigió la palabra.
-
Samy. ¿Te sientes bien? – La voz de Michael era muy tímida - ¿Te pasa algo?
No supo que contestarle. Por
supuesto que le ocurría algo, estaba súper ansiosa por hablar con Chelsea. Pero
no le pareció bien contarle a Michael que Chelsea estuvo en la madrugada en su
casa y que se desapareció, así que se inventó que le dolía la cabeza.
-
Eee… tengo un leve dolor de cabeza, es sólo eso. – Por un momento vaciló y le
preguntó a Michael por Chelsea. – Oye, Michael… ¿no has visto a Chelsea?
-
¡No!, hoy no la he visto.
En silencio, ambos terminaron su
desayuno y antes que sonara la campana que indica que ha de comenzar la clase,
ellos se encaminaron nuevamente a su salón de clases. Volvieron a tomar asiento
en la misma mesa a esperar a la profesora de Ciencias Biológicas, que era la
segunda clase que tenían en el día.
La Sra. Anastasia Dippet era la
Prof. de Ciencias Biológicas. Pasaron el resto de la mañana hablando sobre las leyes de Mendell y sus experimentos con
moscas. Esta vez Samantha si prestó atención a la clase porque ya estaba
convencida que no vería a Chelsea el día de hoy en el colegio San Ignacio de
Compostela. Además la Sra. Dippet afirmó que esas teorías aparecerían en el
examen final de curso, por lo tanto Samantha decidió concentrarse en la clase.
La campana sonó y antes de salir,
Samantha notó que Roger y Taylor hablaban en secreto, tenían una conversación
muy interesante, tan interesante así, porque, para que Taylor Mackenzie, la
presentadora del programa más visto en la televisión le hablara a otra persona,
tenía que ser igual o mejor que ella.
La Sra. Dippet había asignado un
trabajo para el día siguiente, donde explicaran: “Cómo reconocer a las moscas
machos de las moscas hembras”
Salió del salón y se encontró en la
escalera con Michael, el cual le ofreció compañía hasta su casa, porque había
quedado con unos amigos a jugar un partido de futbol cerca de allí.
Samantha llegó a su casa y otra vez
volvió a encontrar una carta de su mamá pegada al refrigerador, pero esta vez
era más corta que la anterior.
Querida hija:
Me ausentaré una semana, luego te
explico, besos
Tu mami
Arrugó la nota y pensó en voz alta:
- ¿Será que a mi madre se le olvido que existe el teléfono?
Pensó: ¿Qué era aquello tan importante
que buscaba su madre? ¿Qué era aquello que Roger quería? ¿Por qué su madre no
le había contado que trabajaba como detective privado? ¿Tendría que ver la
ausencia de su madre con lo que Chelsea quería contarle?
Al día siguiente fue al colegio con
la esperanza de encontrar a Chelsea, pero al igual que ayer, no hubo rastro de
ella en todo el día. El Prof. Bernard le volvió a enviar otra asignación:
Elaborar una tabla periódica; el profesor de matemáticas hizo una prueba
sorpresa, en la cual a Samantha no le fue muy bien. La Sra. Dippet recibió los
trabajos y los dejó salir más temprano.
Llegó el viernes y con él creció la
preocupación de Samantha: Aun sin saber de Chelsea y que su madre estaba
ausente. Samantha ya estaba preocupada. Había planeado con Michael que si el
lunes casa de su amiga si esta no aparecía.
Al sonar la última campana del día
los chicos tomaron sus cosas y salieron del salón, excepto Taylor y Roger.
Samantha le dijo a Michael que
siguiera, que se encontrarían en la entrada del colegio, porque había olvidado
algo en el salón. La única razón por la cual Samantha quería volver, era para
saber cuál era el motivo por el cual Roger y Taylor se hablaran, si ellos al
principio ni se veían.
Al llegar al salón, Samantha se
detuvo en la puerta y escuchó:
-
Roger estoy muy nerviosa, no sé qué hacer, cada vez estoy más débil – la voz de
Taylor era parecida a la de alguien después de haber cometido un crimen y estuviera
arrepentida de lo que hizo.
-
Pero… Taylor, cuéntame que te tiene así, recuerda que ahora somos amigos, los
mejores amigos y puedo ayudarte.
A diferencia de Taylor, la voz de
Roger estaba cargada de interés.
-
No… no lo sé – Taylor estaba indecisa en si querer contarle o no.
-
Pero ¿por qué?, somos amigos ¡CUÉNTAME!
Eran tantas las ganas de Samantha en
saber por qué estaba nerviosa Taylor, por saber qué era lo que la debilitaba,
que se apoyo mucho de la puerta y esta hizo un chirrido al entreabrirse. Taylor automáticamente cerró la boca y se citó
con Roger.
-
Roger, mejor… mejor… ve mañana a mi casa, a las 2:00 de la tarde y allí, allí
te cuento todo en privado.
Roger emocionado asintió con la
cabeza.
Samantha se quedó petrificada por un
momento tras la puerta y tuvo que volver a movilizarse cuando oyó que Roger y
Taylor caminaban hacia ella. Bajó corriendo las escaleras y se encontró con
Michael. Juntos salieron del colegio y cada uno tomó su camino.
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